Por Catherine Hart, Investigadora de Red Tortuguera A.C.
Un Pequeño Milagro
Como la mayoría de los milagros cotidianos, éste, el de la tortuga marina más pequeña del planeta, pasa regularmente inadvertido. De color gris olivo con un caparazón en forma de domo (cubierta superior), una cabeza pequeña y triangular, con un peso alrededor de los 40 kilos y una resistencia y fortaleza muy por encima por encima de su peso. Hoy en día, la golfina, es la tortuga marina más abundante a nivel mundial y anida en la mayoría de las playas del Pacífico mexicano. Sin embargo, no siempre fue así.
Aunque las tortugas marinas siempre han sido parte de la dieta de los seres humanos, su captura aumento durante los 50s, 60s y los 70s, con la industria pesquera a gran escala que obtenía una cantidad gigantesca de tortugas tanto por su carne como por su piel. Tan sólo en 1968, 14,590 toneladas de tortugas, fueron capturadas en el Pacífico mexicano, lo cual se estima en 375,000 tortugas marinas. De éstas, el 90% se piensa que fueron golfinas. En esos momentos, se consideraba que los océanos tenían recursos ilimitados; ¿Cómo iban los humanos a poder causar un colapso de algo tan inmenso y salvaje? Para mediados de los 1970s los científicos estaban preocupados, las poblaciones de tortugas marinas comenzaban a colapsarse, cada vez menos hembras llegaban a las playas y lo impensable sucedió cuando las arribadas de golfinas, eventos masivos de anidación, dejaron de suceder en dos de las cuatro playas en México. Afortunadamente, en 1990, el gobierno federal mexicano puso un alto y declaró ilegal la captura y uso de las tortugas marinas y sus productos (tales como huevos, piel y aceite).
Un Cambio de Corriente
Llegó el momento de detener y reparar el daño que se había hecho y proteger a las tortugas marinas que ahora se encontraban en peligro de extinción. El primer paso, fue la subvención, por parte del gobierno mexicano, a proyectos de conservación en las playas de anidación. Estos proyectos se enfocaban en lugares clave, aun así, seguían existiendo cientos de otras playas con un menor número de tortugas anidando, en su mayoría golfinas. Estas anidaciones solitarias estaban protegidas por la ley, sin embargo, no estaba claro cómo protegerlas a lo largo de cientos de kilómetros de playa, muchas de ellas con difícil acceso. Era hora de que las comunidades, asociaciones civiles, universidades y escuelas, se organizaran y decidieran que las tortugas marinas eran demasiado importantes como para perderlas.
Durante las siguientes décadas, miles de personas se unieron a la causa para proteger a las tortugas marinas. Los “tortugueros” comenzaron a patrullar las playas por las noches, muchas veces bajo intensas tormentas tropicales que suceden durante la temporada alta de anidación de las tortugas golfinas (julio-noviembre), recolectando y protegiendo los huevos y liberándolas en el océano al nacer. Este trabajo continua año con año, y millones de tortugas bebes logran llegar al vasto océano, cada una de ellas representando los esfuerzos de aquellos que trabajan incansablemente con la esperanza de que, en 13 años, algunas regresen siendo ya adultas a anidar.
Una Historia de Esperanza
¿Qué nos enseña la historia de las golfinas? Es una historia de esperanza, en lo que a veces se siente como la imposible tarea de conservación de las especies. En un momento dado, los humanos casi terminamos con estas pequeñas tortugas en el planeta, y hoy en día, gobiernos, comunidades, individuos y organizaciones como Ocean Connectors, se han propuesto corregir este error ayudando a las tortugas golfinas a recuperarse. Las golfinas todavía enfrentan muchas amenazas, que incluyen las pescas tanto incidental como intencional, recolección ilegal de huevos, contaminación y la destrucción de los hábitats de anidación. A pesar de todo esto, las tortugas golfinas han salido del peligro de extinción para enseñarnos el significado de resiliencia.